¿Estás preocupado por el fin del mundo el próximo año, porque eso dice el calendario Maya? Pues no debería estarlo. Al igual que nosotros, ni los mayas, ni ningún otra cultura del planeta puede predecir el final de los tiempos, por una simple razón: es imposible predecir el futuro.

Por supuesto existen una serie de seudociencias y de leyendas urbanas que señalan que sí es posible, pero la realidad científica y estadística de todas las "predicciones" y vaticinios es que nunca van más allá de la pura coincidencia, del puro azar.

Pero incluso para las personas que le dan crédito a los mayas como vaticinadores del futuro, los propios expertos en esa cultura han desautorizado esa interpretación. El calendario maya, explican, marca el fin de un ciclo de 5126 años alrededor del 21 de diciembre del 2012, que debería coincidir con el retorno de Bolon Yokte, un Dios maya asociado a la destrucción y la creación.

De la misma manera opina Sven Gronemeyer, investigador de códigos mayas de la Universidad de La Troba, en Australia: "Ya que Yokte estuvo presente en la creación del mundo, es natural que esté presente nuevamente al final del ciclo".

¿Y cómo habría ocurrido el malentendido? Pues el autor (historiador del arte) Jose Arguelles llamó a esta fecha "el fin del mundo tal y como lo conocemos" en un libro publicado en el año 1978 que alzó voces de alerta alrededor del mundo.

Pero Alfonso Ladena, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, tiene otra opinión: "Los mayas no pensaban en la humanidad, ni en el calentamiento global ni tampoco en predecir que los polos se funden. Somos nosotros proyectando nuestras preocupaciones al respecto".

"Tenemos que ser claros. No existe profecía alguna para el 2012" dice Erick Velasquez, especialista en grabados maya de laUniversidad Nacional Autónoma de México.

El Instituto Nacional de Antropología Histórica de México añade: "De un aproximado de 15,000 evidencias del imperio Maya, solamente dos mencionan al año 2012".

Información de Reuters. Versión, edición y traducción de Eduardo Villanueva para Sophimanía.

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